Orígenes del discurso
Todos hacemos discurso, ya sea consciente o inconscientemente, con fines estéticos o no, para persuadir o para comunicar; en fin, sea cual sea la razón, la verdad es que en raras ocasiones dejamos de producir discurso.
De hecho, mientras escribo estas líneas estoy haciendo uso de una serie de elementos que intervienen en el acto discursivo. Pero, el interés por este campo no fue siempre del todo prioritario, se creía que el estudio del discurso era algo superfluo, puesto que para la lingüística clásica no era necesario trascender los límites de la unidad lingüística conocida como oración, sin embargo estas limitaciones posteriormente darían surgimiento a un nuevo enfoque: el discursivo.
Precisamente, lo que se pretende a continuación es presentar una visión holística en lo que a los orígenes del discurso se refiere, subrayando de manera precisa y bien puntual los sucesos o hechos que poco a poco fueron causando el despertar de una nueva disciplina. No olvidando por eso la repercusión que ha tenido en la actualidad, pues cabe destacar que aquí es en donde se le ha brindado el mayor de los prestigios.
Tomemos como punto de partida una frase célebre del filósofo Manuel Maceiras: “Toda palabra libera la plenitud de su significado solo cuando se entrelaza en frases o relatos”.
Esta frase nos sugiere claramente que que las palabras por sí solas no denotan toda su naturaleza, sino que son tan amplias y complejas que para llegar a comprenderlas debemos de situarla dentro de un contexto u oración, o más bien, dentro del discurso.
Al hacer mención a la palabra “discurso” quizás te invadan dos ideas fundamentales:
1) “Que solo hacemos discurso cuando se emplea la retórica dentro de un público”
2) “Que es un término acuñado recientemente”
Bien, respecto a estas dos pensamientos hay dos verdades irrefutables: la primera es que en cada momento emitimos un discurso (ya sea de forma oral o escrita) y; la segunda, que el discurso es tan antiguo como la humanidad misma. Básicamente sus estudios surgen como una reacción a los inconvenientes que presentaba la lingüística clásica. Para ella, después de la oración solo habían oraciones y, por tanto, no era necesario llegar más allá de esa unidad.
Y técnicamente estaba en lo correcto, pero solo mientras este concepto se aplicara en el ámbito de la fonética, la fonología, la lexicología o la morfología; sin embargo, si se trasladaba a los campos de la sintaxis y la semántica los problemas empezarían a surgir, pues elementos tales como la anáfora (repetición de palabras), isotopía (relación que establecen las palabras dentro del texto), entre otras, solo pueden abordarse de manera eficaz desde un enfoque discursivo. Estas problemáticas empezarían posteriormente a dar inicio a los estudios del discurso.
En añadidura, Teun Van Dijk nos ofrece algunas razones más por las que es necesario el enfoque discursivo:
“Hay propiedades gramaticales más allá de la frontera de la oración, por ejemplo, relaciones semánticas entre oraciones”.
Esto es lo que se mencionaba anteriormente, las relaciones semánticas entre las oraciones, debido a su complejidad, solo pueden ser estudiadas eficazmente desde el punto de vista discursivo y no únicamente lingüístico.
Además, una gramática del texto constituye una base más adecuada para una relación con otras teorías del estudio del discurso.
Si nos trasladamos a los inicios del discurso, veremos que los mismos están bastantemente asociados con lo que es la retórica, entendida como el arte de la palabra.
Su cimiento está íntimamente vinculado con cuestiones judiciales. Los antiguos propietarios de tierras tuvieron que recurrir a estrategias discursivas para ganar las demandas por terrenos ante los tribunales populares después de la muerte del tirano Trasíbulo en Grecia.
Algo que también se relaciona con la génesis del discurso es la estilística, aunque se podría decir en cierta forma que la misma no es más que la forma actual de la antigua retórica.
Ahora bien, ¿Se podría decir que se trata de lo mismo o existe una diferencia marcada?
Sí, la distinción básica que se podría establecer entre estas dos, es que la estilística atiende al autor expresándose en la obra, es decir, la belleza con el que este se expresa en el texto valiéndose de recursos literarios. Por el contrario, la retórica podría entenderse como un mecanismo de generación de textos.
En palabras más concretas: mediante la estilística se puede crear un discurso para luego enunciarlo en la retórica, o sea, primero escucho el discurso y luego produzco.
Es válido afirmar entonces que, los orígenes del discurso y la retórica vienen dados por una simple razón: persuadir. La cual queda secundada con Sócrates y los diálogos que este mantenía con los sofistas, en especial, con Gorgias.