Desde hace varios años, diferentes entidades habían comenzado a estudiar y a analizar el papel que debía de adoptar el docente en la actualidad, casi todas ellas arribaron a la conclusión de que, el rol debe tornarse mucho más activo y que permita una mayor interacción entre los estudiantes; en pocas palabras, que el docente del siglo XXI debe ser un completo líder.
Conviene entonces preguntarse, ¿Y qué es un líder?
Doy por sentado que existen varias concepciones acerca de lo que es o debería ser un líder, pero casi todas ellas están relegadas al ámbito empresarial u organizacional, dejando excluido casi por completo el ámbito educacional; así mismo, en muchas ocasiones la palabra líder es sinónimo únicamente de “Director”, pero nada más alejado de la realidad, puesto que si tomamos en cuenta los retos diarios a los que debe de enfrentarse el docente, definitivamente se puede afirmar que éste también debe poseer marcados rasgos de liderazgo, incluso quizás, más que el propio director del centro.
Ahora bien, partiendo del concepto tradicional de lo que es un líder: “persona que vela siempre por el bienestar y la mejoría de un grupo” de manera particular, éste podría relacionarse directamente con un maestro, y a lo mejor no tanto con un profesor. (Ver mi ensayo sobre la diferencia entre un maestro y un profesor)
Tradicionalmente, también se ha asociado la facultad de ejercer el liderazgo en relación al conocimiento que el docente posea. Si bien esto infunde cierto tipo de autoridad, hay que tener presente que por más conocimiento que se tenga, si no se coloca a la disposición y servicio del alumnado, entonces de nada servirá, pues no estaría contribuyendo al crecimiento del mismo y, evidentemente, esta debe ser la principal finalidad de un líder. Además debe ser acreedor de algunas cualidades como creatividad, empatía, visión, paciencia, tolerancia y respeto.
En la actualidad, nuestros gobiernos y sociedad en general demandan hombres y mujeres líderes, pero lógicamente esto no es posible sin la presencia de uno en los centros educativos. Lamentablemente, nuestro sistema educacional está lleno de personas con poder, pero con escaso espíritu de liderazgo, donde nos forman para ser empleados y no dueños, pobres y no ricos, seguidores y no líderes.
A ti, docente o futuro docente, te exhorto a que te conviertas en un maestro: conoce tus estudiantes, involúcrate con ellos y bríndales lo mejor de ti. Asume ese espíritu de liderazgo para el que fuiste creado (Dios te dice: “se cabeza y no cola”) y vela siempre por el bienestar de tu grupo, te aseguro que tanto la sociedad, como tus alumnos -futuros profesionales- te lo agradecerán, y estos últimos se convertirán en valiosas personas tanto en lo espiritual como en lo personal. Definitivamente, esa constituye la mejor gratificación para todo líder.