Diferencias

Las delgadas líneas fronterizas entre un maestro y un profesor

Este ensayo lo escribí en el “Día del maestro”, el cual se celebra en mi país el dia 30 de junio. Allí me encontraba tomando clases en la universidad y me sorprendía la forma en aquellos colegas se felicitaban una y otra vez llamándose maestros entre sí. Consideré que no todos merecen ese calificativo y fue entonces cuando decidí escribir esto:

Las delgadas líneas fronterizas entre un maestro y un profesor

Todos fuimos alguna vez a la escuela, en donde teníamos uno o varios profesores a los que en algunos casos (erróneamente) los tildábamos como maestros, pero lo cierto es que, entre ambos conceptos existe una real y sutil diferencia. Aunque con esto no se pretende decir que relación ocurra de manera vertical, es decir, que uno esté por encima del otro. Más bien, es innegable que ambos juegan un rol importante en lo que a la formación del individuo se refiere.

Al leer el titular,  quizás se despierte en algunos cierta confusión al pensar que se trata de lo mismo. La verdad no, un maestro es aquel que aun sin poseer un título, transmite enseñanzas a sus alumnos con el fin de que éstos puedan madurar y aprender sobre la vida, por el contrario, un profesor es aquel que necesita de un título para enseñar una o varias asignaturas en específico. Éste se hace responsable del crecimiento de una persona, el maestro hace a esa persona responsable de su crecimiento.

Tal como lo dijo una vez el profesor Roberto Cruz Rodes: “ un maestro es alguien que forma, educa y que  no sólo contribuye a que el alumno adquiera conocimientos o aprenda a construirlos, sino que también crea una imagen, forma una personalidad, y transmite aptitudes que son dignas de seguir”. Más que un profesional, se enfoca en construir un ciudadano.

Como se mencionó anteriormente, a nivel social no se estima que uno esté por encima del otro, sin embargo,  todo profesor debería aspirar a convertirse en maestro, pues en pocas palabras, y utilizando una analogía, es como si el maestro fuera el último escalón en la dimensión de la labor de enseñanza. Un profesor instruye, el maestro, construye.


¿Y yo qué? Pues yo decido ser un maestro en lugar de un profesor. Elijo enseñar todo lo que sé, en lugar de enseñar el contenido de una materia. Elijo conocer a mis alumnos y que no sólo éstos me conozcan a mí. Pero sobre todo, elijo ser buscado para enseñar, antes que necesitar de una escuela para hacerlo.

Asi que, desde hoy me comprometo a ser partícipe de un proceso de formación y a dar lo mejor de mí mientras lo haga. Eso sí, tomando como ejemplo a Jesús: quien aun prescindiendo de un título, fue llamado “maestro”. Pues en definitiva, “un maestro es siempre un pozo de sabiduría, mas un profesor puede ser un completo idiota”.

Publicado en Ensayos.

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