Nació en la ciudad de Santiago de los Caballeros el 7 de enero de 1894, fruto del matrimonio formado por Domingo Moreno Arriaga y María Josefa Jimenes, hija de quien fuera presidente de la República Dominicana en 1899 y 1914.
Es uno de los puntuales de la poesía contemporánea. Su obra presenta a un poeta intuitivo, con graves preocupaciones sobre la existencia del hombre. Sus inicios revelan un énfasis marcadamente modernista, aunque siempre ajeno al deslumbramiento verbal. Sus primeros versos fueron divulgados en la revista Páginas.
Moreno Jimenes mantuvo hasta los últimos días de su vida un espíritu de combate que lo hizo estar presente en todos los acontecimientos literarios de significación, entre ellos Los Nuevos y La Poesía Sorprendida.
Entre las obras que inmortalizaron a Moreno Jimenes destacan: Promesas (1916), Vuelos y duelos (1916), Psalmos (1921), Mi vieja se muere (1925),Poema de la hija reintegrada (1934), entre otros.
POEMA DE LA HIJA REINTEGRADA
Agonía
I
Hija, yo no sé qué decirte si la muerte es buena
o si la vida es amarga;
solo te aconsejo que despiertes, adulta de
comprensión más que tu padre.
II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
y tu recuerdo una estrella que frente a frente
me iluminará el porvenir.
III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada de lágrimas,
que me hace auscultar el corazón de la tarde.
IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.
V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera
poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,
como si fuera en sustanciación un ser increado…
VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
El segundo de tu existir, eterno.
ANÁLISIS
El poema de la Hija Reintegrada de Domingo Moreno Jimenes, es uno de los más elogiados y recordados de este autor, el mismo está compuesto por 31 breves estrofas (aquí solo tomamos 6 ) y 120 versos cargados de un fuerte matiz criollista en los que se incluyen, además, elementos de nuestro paisaje y costumbres propias de nuestra nación.
Como tema principal podemos identificar la nostalgia sufrida por un padre tras la muerte de su hija, y el consecuente dolor que siente con su partida. Vemos que aquí se desprenden sentimientos como pesar, aflicción y desconsuelo; mismos que quedan de manifiesto en cada línea escrita. En ese sentido, el contenido de ellas nos permiten afirmar que ciertamente se trata de un poema lírico perteneciente al subgénero de elegía, pues como se dijo anteriormente, en él, Moreno Jimenes, –apoyándose en versos que no tienen métrica ni ritmo fijo– nos describe incesantemente los pesares que lo invaden al saber que no volverá a ver a su pequeña.
Del mismo modo, se aprecia una innovación en la nomenclatura de las estrofas, donde se sustituye la manera tradicional de hacerlo (números arábigos) por una nueva y bastante original (números romanos), dando lugar a un rasgo propio del movimiento al que pertenece.
Por otra parte, es importante resaltar que algunos de los recursos estilísticos empleados por nuestro quijote son: aliteración y anáfora (II), antítesis e hipérbole (VI) y metáfora (V).
Finalmente, podemos decir que esta composición nos parece bastante hermosa, pues describe de manera majestuosa todo el amor de un padre hacia su hija y lo mucho que sufre con su ausencia; de esa forma, no nos sorprende que ella esté fuertemente cargada de angustia y desesperación. Aunque bueno, nada menos se podría esperar de algo escrito en pleno velatorio[i].
[i] Domingo Moreno Jimenes escribe este poema en medio de un ambiente de abatimiento y de gran desconsuelo, en el momento en que su hija, María Josefa Jimenes, muere de colerina a tan solo unos meses de edad —según lo narra el poeta también santiagués, Don Tomás Morel–, quien estuvo con Domingo en el velorio de su hija.