De lo tradicional a lo moderno: un nuevo enfoque de enseñanza
Nos hemos pasado los últimos años escuchando una y otra vez que debemos pasar de la escuela tradicional a la escuela moderna, que los métodos de enseñanza deben cambiar, así como también los propios criterios de evaluación. En ese sentido, me propongo escribir estas líneas con el objetivo de dar a conocer y reflexionar acerca de las prácticas de enseñanza, a las que, como miembros de una sociedad actualizada, todo maestro de lengua debe aferrarse.
Hay que decir que en sentido general, la enseñanza de la lengua supone uno de los mayores retos para cualquier educador, pues, a diferencia de otras ciencias, aquí no se sigue una fórmula específica que se deba recordar, sino que, se trata de un proceso sistemático que requiere de una mayor demanda de tiempo y dedicación.
Siendo esto una realidad, nuestra biblia –el Currículo Educativo Dominicano– plantea que, para la enseñanza – aprendizaje de la lengua española se debe partir desde un enfoque funcional, textual y comunicativo.
Conviene entonces plantearnos la siguiente pregunta:
¿Por qué funcional, textual y comunicativo?
Básicamente, es funcional porque lo que se quiere privilegiar en la lengua es el uso, no las reglas ni los conceptos; es decir, en lugar de memorizar que antes de “p” y “b” se escribe “m”, se pueda hacer uso de la lengua como un medio para alcanzar un fin.
Por otra parte, es textual porque las relaciones sociales se establecen a través de textos (narrativos, poéticos, dialógicos, etc.), en otras palabras: el mensaje que el emisor transmite al receptor se expresa mediante textos orales o escritos, y esto debe ser el punto de partida de todo. De esa forma, se permitirá que en las aulas fluya la comunicación oral y escrita con destinatarios reales, de esa forma, leer y escribir sirve para que niños y niñas desarrollen competencias comunicativas para la vida.
Por último, este enfoque es comunicativo porque, de entre los muchos usos de la lengua, lo que se busca es dar prioridad a la comunicación. Para él, lo realmente valioso es que el sujeto sepa cómo usar la comunicación y ordenar los pensamientos antes emitirlos.
Dicho eso, resulta interesante meditar acerca de lo siguiente: ¿Por qué esto es un enfoque y no un método?
Para responderlo, lo primero que se hace necesario es conocer la diferencia existente entre ambos conceptos:
Un método hace referencia al camino para llegar a un objetivo o un fin, aplicándolo a este contexto puede entenderse como el estilo utilizado por el docente para que el estudiante logre su proceso de aprendizaje.
Por otro lado, un enfoque es una forma de ver una situación para analizarla, comprenderla y tratar de resolver la problemática que se deriva de ella.
Por tanto, se puede decir que en un principio no es un método porque propiamente no se trata de un camino para llegar a un fin, sino más bien, de una perspectiva que pretende evaluar una situación (la enseñanza de la lengua) para luego sí idear un método que permita resolverla. Es decir, siendo un enfoque permitirá establecer la base teórica en la que posteriormente se fundamentará el método.
Precisamente, para idearlo, lo primero que se debe tomar en cuenta es la realidad de los sujetos para poder partir de ella, ¿A qué me refiero con esto? A que debe tomarse en cuenta el estado en que se encuentra el alumno al momento de llegar al aula y los avances y habilidades que ya ha adquirido. De esa manera se podrá tomar esto como punto de partida para intentar desarrollarlas velando siempre por los intereses generales del mismo.
Ahora bien, lograr todo esto supone preparar un nuevo escenario en las relaciones entre los profesores, los alumnos y los contenidos de la enseñanza, pues bien sabemos que si difícil es enseñar, aún lo es más modificar el sistema habitual utilizado para hacerlo. Por ello, la formación de los profesores para que dispongan de las competencias necesarias que les permitan incorporar procesos adecuados en su práctica pedagógica constituye la variable fundamental para garantizar el éxito de los objetivos propuestos. De lo contrario, el tan deseado fin de la educación dominicana, no será más que otro sueño sin realizar.